domingo, 20 de marzo de 2011

Historia de Una Escalera, o "El Asesinato del Capitan", (Cuarta Parte)


Subir por los estrechos peldaños de aquella escalera y dejarme "chorrar" por ella desde lo alto, descolgándome y sujetándome con las sandalias de los barrotes laterales, se había convertido en un auténtico disfrute. Una y otra vez repetía la misma operación, a pesar de que aquello no estaba en las condiciones necesarias de seguridad, pero es lo que había, y yo disfrutaba de lo lindo jugando en aquel artilugio a mi me parecía casi mágico, imaginándome la escalera de una nave espacial, de un submarino, o mil cosas más. Ni idea tenia entonces de la procedencia de la escalera, ni falta que me hacía, para mi era el mejor de los juguetes que nunca había tenido. Podría ser.... no sé, no recuerdo bien, creo que sobre el año 1956. Trato de ralacionarlo con algún otro recuerdo y efectivamente, en ese año se iniciaron las primeras emisiones de televisión en el país. Al terminar el verano no regresé a Madrid con la familia, quedándome en el pueblo con el abuelo y las tías hasta mediados de Diciembre. Por esos días, se cumplirían ya los 20 años, del inicio de la derrota del ejército republicano.


En el ala derecha de la casa estaban las cuadras, detrás el pajar y un poco después el mular para guardar el estiércol, todas las dependencia comunicadas entre si. Al final una puerta que daba al patio, donde siempre había unas cuantas gallinas que me gustaba espantarlas y hacerlas correr . En el piso superior, por delante y encima de la cuadra, la cámara, con sus paredes y techos encalados como la nieve y el suelo de cemento pintado de rojo almagra, donde se guardaban las chacinas de la matanza colgadas de los clavos de las vigas blancas de madera de chopo. Distribuidas sobre la superficie de la estancia, lebrillos, artesas, tinajas y orzas, dedicadas a conservar y guardar el resto de la matanza. Detrás de la cámara separada por una pared estaba la habitación donde se guardaba el ramón para encender y mantener el fuego de la chimenea y la cocina. Cada día, en la época de la poda de los olivos, José traía en las parihuelas del mulo algunos troncos gordos y encima todas las pequeñas ramas que era capaz de colocar en el "teremonte". Los troncos se colocaban en el patio y el ramón se iba almacenando en la habitación, utilizando la escalera e introduciéndola por la pequeña portilla sobre cuya base se anclaba la escalera, Disponiendo así de pequeñas ramas secas, para encender con facilidad cada mañana el fuego.

Durante años allí estaba la escalera, cada verano esperándome para jugar. Pasó el tiempo y ya siendo un zagalete me di cuenta que la escalera había desaparecido y nada supe de ella hasta mucho tiempo después. Mi primo Pepe se la había llevado de casa del abuelo para utilizarla en la tienda de su familia, facilitando la colocación y el orden de las cientos de cajas de alpargatas y zapatos en las viejas estanterías de madera. Al verla, le pregunté, y él mismo me contó que como ya no hacia falta en casa del abuelo, había decidido utilizarla en otros menesteres. Insistiendo en mis preguntas, me habló de su procedencia y de como al tío de su madre, le habían requisado los dos autobuses, y que al llevárselos apresuradamente, se dejaron en la cochera la escalera trasera de uno de ellos. Abandonada, el abuelo se la habría llevado al corral y luego mi primo, la habría tomado para usarla en la tienda.

Ya desde entonces empecé a relacionar la escalera con el incidente del autobús y el asesinato del Capitán en febrero de 1936, y que tantas veces me habían contado. Pero nunca me pude imaginar el grado de relación que, al final de su vida, tendría esta escalera con aquel episodio.

La curiosidad me ha llevado a seguirle la pista durante más de 50 años, como si me faltara algo para cuadrar la historia que siempre me habían contado y la necesidad de hacer mi propia interpretación de los acontecimientos.

Vi allí la escalera durante mucho tiempo, hasta que otra vez había desaparecido. Nuevamente pregunté por ella, Pepe se la había llevado de la tienda de sus padres para usarla en el cortijo de la familia de su mujer, primero para subir las balas de paja al pajar, después como asidero para poderse introducir en la alberca de riego de la finca y darse un chapuzón en verano. Insistí en mi búsqueda y pregunté a Pepe, quien me dijo que hablara con el "Brigada", que el me daría norte de ella.

Un día , hace poco, me encontré en una calle del pueblo con el "Brigada", desde la acera contraria nos saludamos como aquí es costumbre: -"Heeee"- me dijo, y yo contesté -"Heeiii"-, desde el otro lado, con una sonrisa y un gesto de saludo del brazo, pero aproveche el encuentro para acercarme a él cruzando la calle y le pregunté por la escalera. "-¿La escalera?-", -"La metimos en los cimientos del hormigón cuando Pepe hizo la piscina, el año pasado-".

!Problema resuelto¡ , ese había sido su final , servir de refuerzo a la cimentación de hormigón de la obra de la piscina en que se había convertido la vieja alberca y allí permanece y permanecerá por siempre enterrada, como si algo hubiera terminado, una especie de alivio para el trajín de la escalera que había llegado a su ultima estación.

El mismo año en que me enteré de que la escalera estaba enterrada y había llegado su fin, y a tan solo 50 metros, al otro lado de la carretera, se inicio la excavación de una fosa que había servido, 73 años antes, de precipitado enterramiento de once hombres, que allí mismo habían sido fusilados sin juicio alguno, por las tropas de los sublevados que habían tomado el pueblo, junto con algunos elementos proclives a los rebeldes de la misma localidad.

Ver crecer exhuberante el verde junto a la cuneta, y saber lo que había allí, y porque crecía tanto la hierba, producía una extraña sensación, mezcla de tristeza, pena e indignación. Solo he podido relajar algo esas sensaciones al saber que la escalera estaba enterrada y que los restos de los once hombres de la fosa habían sido exhumados, entregados a sus familiares y enterrados con dignidad, como si algo, por fin.... empezara a terminar de una vez.

Cuando desde su privilegiado mirador, las mujeres vieron alejarse el autobús en dirección al pueblo y Rosarito se dio cuenta de que la escalera trasera no estaba en su sitio, pudieron observar que el vehículo detuvo su marcha de repente, justo en la curva del puente, parando del todo en la entrada del camino al molino de aceite. Allí se produjo el incidente en el que el Capitán pareció ser empujado desde dentro, y enseguida dos hombres se abalanzaron sobre el, en el forcejeo uno de ellos le quitó el arma que llevada en sus correajes y con el Capitán ya en el suelo, apuntó, sonaron tres disparos seguidos, uno detrás del otro, y se hizo el silencio, pareció hasta que el reloj de la sala se había parado. Los dos soldados introdujeron el cuerpo del Capitán en el autobús que dio la vuelta con rapidez, enfilando la recta y pasando por delante de sus ojos, frente a la casa en dirección a Málaga.


(La fotografía es de la curva del puente del Río Cerezo, tomada en sentido contrario al escenario que veían desde la casa, las rosas rojas para todos los hombres y mujeres honestos que perdieron la vida por la lucha de la libertad. Acerca de la fosa de Villanueva del Rosario hay mucha información en la red, esta es una de ellas :
http://www.villanuevadelrosario.com/index.php?option=com_content&view=article&id=881:video-fosa-de-villanueva-del-rosario-&catid=81:e
En el mes de Julio de 2006, Televisión Española en su programa "Documentos TV", emitió un interesante reportaje sobre este mismo tema:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/documentos-las-fosas-del-olvido-resumen-min/325901/


sábado, 19 de marzo de 2011

Historia de Una Escalera, o "El Asesinato del Capitan" (Tercera Parte)

Ya hacia casi siete meses , que los engranajes se habían desengarzado soltándose de sus ejes, y el caballo de la guerra fratricida galopaba desbocado y a sus anchas por los pueblos de España.

En aquel pequeño lugar perdido entre montañas , y justo por los días en que allí florecen los almendros, las dos mujeres veían como en una cabalgada sin sentido, había llegado el horror a sus puertas, como si no fuera suficiente con el que ya habían vivido.

El autobús ya había rebasado el desvió de la entrada al camino del molino de Las Tres Piedras. Cada vez estaba más cerca, entre los ruidos de su marcha ya se podían escuchar, con total claridad las voces del Capitán y se podían ver los gestos de su semblante desencajado, cuando se paró otra vez en la carretera. Sin dejar de repetir la misma frase: -"Los de mi compañía , al Rosario"- , dirigió sus gestos a otro grupo que se había parado ante los gritos, y ya apuntaban sus miradas hacia detrás. Les dió una orden gestual que dos de ellos obedecieron con rapidez, acercándose a la puerta y subiendo por las escaleras metálicas de un salto, casi cuando ya había reiniciado la marcha de nuevo el vehículo.

Desde el Cuartel General de las fuerzas leales a la República en la zona, en Villanueva de Cauche, llegaron ordenes tajantes: -"Retirada de las posiciones y reagrupamiento urgente en Las Pedrizas"-. De no efectuar el repliegue con suficiente rapidez, corrían el peligro de quedarse aislados frente al empuje de las bien equipadas tropas de los sublevados, el Regimiento Castilla y los italianos del General Mario Roatta Mancini mandando el "Corpo Truppe Volontaire", que desde Archidona habían llegado por un lado a Villanueva del Trabuco y por otro lado estaban a punto de controlar las primeras estribaciones de acceso al Puerto de las Pedrizas por la cuesta del Romeral , en una rápida maniobra de pinza.

Se retiraron de la ventana, ocultándose a los lados, junto a las cortinas, para no ser vistas. Las pequeñas se pegaron a las piernas de sus madres. El autobús ya estaba cerca y pasaría en unos segundos frente a la casa. Cuando ya estaba casi a sus puertas, cambiaron de posición, acercándose al balcón de la fachada para observar lo que ocurría. Se había parado justo frente al edificio. Trini observó de reojo la puerta, estaba atrancada, soltó un suspiro de alivio, pero se dió cuenta de que la puerta trasera, la que daba al corral y al huerto, no estaba bien cerrada. En un rápido movimiento reflejo apartó a su hija, y se lanzó a la carrera sobre los pestillos y cerrojos dejando la puerta bien cerrada mientras las demás seguían sus pasos con semblante asustado.

María miró el reloj que seguía en su monótono tíc-tác, y luego a su hermana, menor que ella, y de la que además se sentía protectora, ella le aguantó la mirada por un segundo. El tiempo corría tanto como el miedo que sentían las dos en su interior, y que se transmitían con los ojos. Las dos sabían del riesgo que estaban corriendo.

Por un lado un ejercito desorganizado, mal equipado y en desbandada, en una situación critica y fuera de control. María y sus hijas ya habían tenido una desagradable experiencia la tarde anterior, cuando habían salido del pueblo marchando a la sierra para allí pasar la noche, tratando de escapar de la complicada situación , se habían encontrado con dos milicianos, desertores de sus unidades, y escondidos entre las peñas. Ante los intentos de los dos hombres por dejarles sin la poca comida que ella y sus hijas se habían llevado de la casa, María supo hacerles frente y salvar la situación ofreciéndoles compartir el pan y las chacinas que tenía. Salvó el trance, pero sabía que todo podría ocurrir en aquellos momentos de desorden.

Por otro lado, habían escuchado hablar de las atrocidades que las tropas "moras", que habían controlado el frente de Antequera desde el mes de Agosto, habían realizado tanto con civiles como con militares, y sabían que eran esas fuerzas las que estaban avanzando hacia el pueblo. Reales o no los rumores, habían hecho que, ante el miedo, decenas de familias hubieran huido hacia Málaga la semana anterior, tratando de escapar de la barbarie y las posibles represalias.

Efectivamente, en Antequera había quedado una guarnición de 1.800 hombres, de los que 400 pertenecían a la Compañía del Tabor de Regulares de Ceuta, y el resto eran tropas de Marinería. Hasta el propio General Varela tenía que tomar medidas "disciplinarias" ante el temor que estas tropas ejercían entre la población:

"Parece ser que sus harcas de regulares (en relación al general Varela) han cometido han cometido algunas tropelías al entrar en los pueblos conquistado. A los moros les gustan las mujeres, los relojes y los dientes de oro. Con un -"tu estas rojo"-, juzgan, condenan y ejecutan a quien no se dejan quitarla mujer, los relojes o los dientes de oro... el bilaureado general se ha indignado y ha tenido que imponer severas sanciones y ordenar drásticas instrucciones. Pero también le ha causado un deplorable efecto ver cadáveres de no combatientes, con las manos atadas a la espalda, en los bordes de los caminos... ¡Esto no puede ser! , Varela quiere poner coto a esas barbaridades, y ha decidido hacerlo como sea, y a costa de quien sea. La guerra es una cosa. Las masacres injustificadas son otra que no debe admitirse. Varela hace la guerra con guante blanco."

Los temores pues, no eran infundados y las dos, sin conocimientos alguno sobre estrategias militares y mucho menos políticas, podrían intuirlos con facilidad.

Detrás de los cristales del balcón esperaban ver como el autobús cruzaba por delante de la casa. Pero no ocurrió eso, justo frente a ellos, el autobús había parado nuevamente. Observaron como dentro se podía ver al oficial discutiendo con el resto de los soldados , y parecía estar tratando de hacer respetar sus ordenes. El Capitán se dirigió al conductor y el motor arranco otra vez, y allí mismo, en el ensanchamiento de la carretera, inicio una maniobra, dando la vuelta al vehículo. Mientras dentro seguían con la acalorada discusión. Terminando la operación , enfilo su marcha en dirección al Rosario por la recta de la carretera, retrocediendo sobre el camino que había traído .

Ahora se podía ver la trasera del autobús amarillo, y al Capitán anclado nuevamente en los soportes de la puerta entreabierta. En ese momento Rosarito se dio cuenta de que la escalera plegable , que normalmente se usaba para subir a la baca los bultos y maletas de los viajeros, no estaba en su sitio. ¿Donde estaría?. Un detalle sin importancia, que habría pasado desapercibido para cualquiera, pero que a la curiosa niña le había llamado la atención. Lo comentó con sus hermanas en un susurro contenido, mientras seguían viendo alejarse al vehículo en la dirección del pueblo, de donde había venido.


(La frase relativa al general Varela esta tomada de http://miguelangelmelerovargas.blogspot.com/2011/02/la-ciudad-de-trinchera-ii.html,
y que referencia a su vez al libro de José Luis Vila-San-Juan " Garcia Lorca, Asesinado: Toda la verdad". Editado en 1966 por Editorial Planeta, S.A.)

domingo, 13 de marzo de 2011

Desayunos, "Café, y Rebanadas de Pan con Zurrapa en Cuevas del Becerro"


De camino a Ronda desde Málaga, por el interior, al noroeste de la provincia , en el Km. 18 de la carretera que une a las localidades de Campillos y Ronda (A-367), vas a pasar por el pequeño pueblo de Cuevas del Becerro, de algo menos de 2.000 habitantes. Trata de que tu camino te acerque a este lugar a la hora de desayunar o de comer, y párate a disfrutar de la cordialidad de la gente y la buena comida de la venta "Vista Alegre", yo siempre lo hago y cada vez me gusta más.

Además de las "mil" formas de preparar un buen café, te ofrecerán varias clases de pan: mollete, chusco, viena, o rebanada de pan "cateto", al gusto de cada cual. Después tienes que estar atento porque el acompañamiento del pan en variado, casi un amplio catalogo... manteca colora, aceite solo o aceite y tomate triturado o cortado en finas revenadas, paté, chicharrones, zurraba, morcilla, sobrasada, etc.. Cuando ya lo tengas elegido, te traerán tu café, tu pan tostado y bien calentito, y un recipiente de barro cargado con colmo del acompañamiento determinado.

Ahora ya solo te falta tomar el cuchillo y untar por la superficie del pan, a tu gusto , y con un "pelín" de picara gula la pringue decidida. Llegados aquí, solo queda disfrutar de un abundante y buen desayuno casero, de los de verdad.

Si puedes hacerlo, que sea en invierno, en el local hay varias mesas, tres o cuatro, con falda de camilla y un agradable brasero en ascuas en su interior. !El no va más¡.

sábado, 12 de marzo de 2011

Los Poemas de Myriam, "Mi Libertad"




Mi Libertad


El mar despierta receloso
de bellos amaneceres
de sonrisas de estrellas
que se van tras el ocaso.

Mi libertad no es libre
sin tu mirada,
sin tus besos y abrazos.

Encontré más espacio
en tu sonrisa ilusionada,
en tu corazón enamorado
que en el vasto firmamento
que ilumina en la noche
esta soledad compartida.

Sentí más libertad
en el roce de tu boca
que en la brisa marina
que va meciendo las olas.

Mi libertad no son alas
ni son cadenas de acero,
es una pasión del alma
que cuando me falta muero.

(Seguimos con nuestro trueque, yo pongo la musica y la fotografia y Myriam, de vez en cuando asoma y me deja un poema a cambio. En el video la Suite nº 1 para Violonchelo de J. S. Bach interpratada por Pau Casals , una musica del Alma para que le de vuelos a su libertad.)




lunes, 7 de marzo de 2011

Historia de Una Escalera, o "El Asesinato del Capitan", (Segunda Parte)

Por la curva habían empezado ha aparecer grupos, cada vez mas numerosos, de milicianos que ocupaban la carretera dificultando el paso del vehículo que en momentos interrumpía la marcha para abrirse paso entre los soldados. En su obligada parada, el hombre de la puerta hizo un gesto imperativo a uno de los grupos que venían por la cuneta izquierda, tres soldados, rápidamente cruzaron la carretera por delante del morro de autobús y por unos instantes hablaron entablándose lo que parecía una tensa conversión, dos de ellos subieron, mientras que el tercero seguía hablando con el de la puerta, que parecía darle órdenes insistiendo con el brazo en que siguiera el paso de sus compañeros y subiera al vehículo, cosa que por fin se decidió ha hacer.

Efectivamente era uno de los dos autobuses amarillos del tío Manolito que le habían sido requisados al inicio de la contienda, y que desde entonces se habían utilizado para el transporte de las fuerzas republicanas en la zona.

Después del asesinato del abuelo "Juaico", en Septiembre del 1933, la herencia familiar se repartió entre los 5 hermanos. A los pocos meses el tío había solicitado y conseguido, la concesión para la explotación de una línea de autobuses para el transporte de viajeros entre Antequera, Villanueva del Rosario y Villanueva del Trabuco. Días después de la sublevación los dos autobuses fueron confiscados y él mismo había sido encarcelado en el puerto de Málaga, permaneciendo durante varios meses en el buque prisión Marqués de Chavarri, por no mostrarse demasiado "contento" con el comiso.

El sonido del agudo tintineo del reloj de la sala marcando la hora, ya las diez de la mañana, aumentó aun mas la tensión de los momentos que estaban viviendo. -"Trini.. vámonos ya"-, -"Chiquilla, espera, como quieres que salgamos ahora, con todo el jaleo que hay en la carretera"-, le contestó la hermana. De repente Antonia la mayor de las hijas de María, miró a su madre y exclamó: -"¡¡Pero si es el Capitán!!"-, -¿Que Capitán niña?-.

El autobús ya había enfilado la recta y estaba cada vez más cerca de la casa, ya se podía ver con mayor nitidez la figura del hombre de la puerta, que seguía colgado con una mano, con el cuerpo fuera y gesticulando con la otra. Desde que entró en la recta pudo ver su uniforme y la gorra de plato que tenía en la cabeza, bien diferenciada de los gorros cuarteleros del resto de la tropa y que le distinguía. Pero no podían escuchar sus voces con la nitidez suficiente como para saber lo que decía. Abrieron un poco la ventana, tratando ahora de oír lo que decía y que tanto les había llamado la atención

-"Madre, el Capitán... el novio de Isabelita"-, -"Si.. es él, es él..", asintieron al unisono varias de las más pequeñas.

Desde los primeros días de Agosto, con la toma por el general Varela de la ciudad de Antequera y a los pocos días Archidona y Loja, y ya controlado por las tropas sublevadas el ferrocarril entre Antequera y Granada, el frente había quedado estabilizado en ese corredor, justo en la ladera norte de la cadena montañosa que protegía la ciudad de Málaga. Ya en el mes de Septiembre se reforzaron las posiciones republicanas al sur de las montañas en tres sectores, uno de ellos comprendía la zona que va desde El Torcal, Boca del Asno y Villanueva de la Concepción, hasta el Puerto de las Pedrizas, ampliándose en un subsector en dirección a Villanueva del Rosario y Villanueva del Trabuco hasta cerca de Archidona. Entre los casi 4000 efectivos, había llegado al pueblo el Capitán al mando de una compañía, estableciéndose el acuartelamiento y puesto de mando en el "grupo escolar", de reciente terminación y que debería de haberse inaugurado con el inicio del curso escolar, pero que sirvió durante meses para otros menesteres muy distintos y menos edificantes de los que tenia por destino.

Isabelita, la hija del medico del pueblo, el Dr. Bernal, tenia la misma edad que Antonia, y eran amigas desde hacia años. Entre ambos, Isabel y el Capitán, había surgido una cercana relación personal que Antonia bien conocía, por lo que le fue fácil identificar a aquel hombre colgado en la puerta del vehículo.

Con la ventana entreabierta y ya más cerca el autobús , pudieron entender bien lo que decía y repetía una y otra vez: -"¡¡ Los de mi compañía... al Rosario!!"-, -"¡¡Los de mi compañía .. al Rosario!!"-, sin dejar de gesticular con todo su cuerpo y continuando con los bruscos movimientos de arriba abajo de su brazo derecho.


( La fotografía ha sido cedida por www.guateque.net, y corresponde a la parada que los autobuses de los pueblos de la provincia tenían en la época en que transcurre el relato en el centro de Málaga, junto a la bodega "Casa Guardia" en Alameda Principal. Muy parecido era el vehículo del que se habla en esta narración)

domingo, 6 de marzo de 2011

Flores en la Cuneta, "Lirios Azules en Las Pedrizas"


No suelen crecer aquí los lirios, pero este año el régimen de lluvia ha sido intenso y el borde de la autovía A-92, a su paso por el puerto de las Pedrizas y justo en la intersección entre los ramales que vienen de Salinas por un lado y por el otro de Antequera, se han llenado del intenso color de estas pequeñas flores azules.

Ya hacia días que las estaba viendo crecer y llenando de color el talud de la derecha, en dirección a Málaga, así que un día me pare en el cruce y tome unas cuantas fotografías, luego corte algunas para hacer un ramillete y llevarlas a casa. Me acerque a la fuente de la Hiedra para limpiarlas un poco con su agua y quitarles las brozas y tierra que tenían. Con la cámara en bandolera y la mochila en la espalda, las puse debajo del caño de la fuente, pero cuando me quise dar cuanta las flores se escurrieron de mis manos y cayeron en el pilón desparramándose por la liquida superficie.

Cuando llegue no había nadie, pero poco a poco se habían acercado varias personas con garrafas para llenarlas de agua. Me miraban , pensando quizás que estaba "zumbado", cámara en ristre, mochila a la espalda y cada pierda colocada en uno de los bordes del pilón, tratando de tomar la posición correcta para poder recoger las flores que habían caído al agua. Estando así, en aquella postura circense, y con los aguadores disfrutando del espectáculo, decidí tomar la cámara y desde lo alto hacer unas cuantas fotos de los lirios en el fondo, flotando en el agua. No mire a nadie, entre otras cosas porque si lo hacia podía yo también, junto con mi cámara y mi mochila sumergido en el agua junto a las flores, pero todos ellos seguían pendientes de mis evoluciones, hasta que en un momento alguien se decidió y empezó a dar palmas. Las risas y el aplauso se generalizo y poco a poco yo conseguí deshacer el entuerto recogiendo las flores y por supuesto haciendo ante mis espectadores una reverencia de agradecimiento tras el espectáculo ofrecido.

sábado, 5 de marzo de 2011

Hitoria de una Escalera, o "El Asesinato del Capitan" (Primera Parte)


Por la carretera, saliendo del pueblo en dirección a Málaga, grupos de soldados, alguno a caballo, pero la mayoría andando , en desorden y con sus escasas armas y pertrechos a cuestas, caminaban presurosos hullendo del avance de las fuerzas rebeldes que ya el día anterior habían alcanzado Villanueva del Trabuco y estaban cerca de puente del Guadalhorce a pocos kilómetros de Villanueva del Rosario. De vez en cuando el ruido de motor de alguna motocicleta o automóvil hacia que todas se asomaran a la carretera entre los visillos de las ventanas entornadas.

María y Trini, las dos hermanas , hablaban sobre lo acertado de marcharse de nuevo a la sierra, al pueblo , tratar de cruzar las lineas en dirección a Achidona escapando de la cercana confrontación o quedarse escondidas con las niñas en el cortijo. Podía ser peligroso quedarse allí, en una casa que estaba justo junto a la carretera, por donde habrían de pasar todos los soldados ya en franca retirada, y el riesgo era mayor entre tanto desorden y sin ningún tipo de control, cualquiera de los grupos podría intentar saquear el edificio en su huida y encontrarse con ellas allí, indefensas. Con María estaban sus cinco hijas: Antonia, Rosario, Trini, Aurora y María, de 20, 15, 13, 10 y 8 años y con Trini su única hija que se llamaba igual que ella, de 13 años de edad.

Las pequeñas jugaban en la cámara y las mayores escuchaban la conversión de las madres sentadas en la mesa camilla de la cocina familiar, donde no se habia encendido la chimenea por no delatar su presencia. La decisión parecía tomada, María regresaría al pueblo, irse con sus cinco hijas por esos caminos, con los fríos de los primeros días de Febrero y con las escasas ropas de abrigo y los pocos alimentos de las talegas que habían cogido el día anterior antes de marcharse a la sierra desde su casa en el pueblo, podría acarrear muchos más problemas añadidos a los que ya tenían. Trini y si hija , tenían más escapar caminando por el campo en dirección al Brosque, tomar el camino de Archidona y encontrarse con su marido que ya había tomado el mismo camino unos días antes buscando refugio con familiares en la zona ya ocupada por los sublevados, podían coger de la casa abrigo y alimentos suficiente para las dos , además la pequeña ya era una mocita que aguantaría bien la no muy larga caminata, si todo salia bien, en tan solo unas tres horas ya habrían llegado a su destino. Solo había que esperar a que se aclarara un poco más la mañana , que apareciera el sol entre las montañas y ocultarse de la milicia esperando que en algunos momentos dejaran de pasar para poder cruzar la carretera llegando a la entrada del camino del cortijo Blanco desde donde la una regresaría al pueblo y la otra marcharía en dirección a Archidona.

La espera se hacia interminable, los segundos cortaban el espacio como hojas afiladas. El viejo reloj de pared de la sala, que habían conseguido juntando papelillas del azafrán, soltaba en el ambiente machaconamente, sus latidos que se podían escuchar como si estuviera dentro del pecho de cada una de las mujeres, que como leonas defendían a su prole , y que insistían con gestos silenciosos a cada momento tratando de acallar a las revoltosas pequeñas.

Desde fuera llegaban los sonidos de los cascos de mulos y caballos y las voces de unos y otros tratando de reagruparse con un orden imposible ya en esos momentos de retirada, casi como si ocurriera dentro de los muros de la propia casa.

Desde la curva del puente, empezó a percibirse el sonido ronco de un motor, no parecía como el de los otros automoviles que ya habían pasado anteriormente. De pronto, antes de que apareciera entre los arboles de la alameda del río, empezaron a escucharse unos insistentes pitidos conocidos por la familia y menos audible, el griterío de fuertes voces . Como con un resorte, de un salto, todas se agolparon detrás de los visillos de la ventana del lado Este, buscando con asombrada mirada en la dirección de los sonidos que tanto les habían llamado la atención.

Asomó por la curva, ya casi saliendo del puente, el morro amarillo del autobús del tío Manolito y enseguida la puerta delantera entreabierta con una persona con sus piernas sobre el estribo y agarrada por la mano izquierda al vehículo que moviendo la cabeza, gesticulaba con el brazo izquierdo con fuertes y repetidos movimientos.





(Los hechos que aquí se relatan son de personas y situaciones reales, correspondientes a la ofensiva llevada a cabo por los sublevados en el norte de la provincia de Málaga en Febrero de 1937. La fotografía es actual y esta tomada junto a la casa donde transcurre la historia, hoy Venta de Las Delicias . Al fondo de la carretera y a la izquierda la alameda y la curva del puente del río Cerezo)

viernes, 4 de marzo de 2011

"Y Asi he Ido Quedando a la Orilla"....


Rudas manos de gente de la mar, gastadas de tanto acariciar con mimo las redes que le ayudaron a llevar el sustento diario su casa.

En uno de los callejones del barrio de El Palo, encontré al hombre "tejequeteje", ocupado con la reparación de las redes, no quería importunar la labor que tan ágilmente y con tanta destreza estaba realizando. Pero fue mayor mi curiosidad, como un imán aquellas manos me atraían y me acerque, salude e iniciamos una agradable charla sin desperdicio alguno. No se quien habló más si en hombre sabio, pescador de tantos mares, o sus manos; quizás las manos me decían de el tanto como sus palabras, no pararon de hablar por cada uno de sus poros. Las curtidas manos me hablaron de toda una vida ,ya aparcada en el callejón al sol del invierno, de todas las singladuras iniciadas y retornadas, de ojos llenos de azul de tanto mirar a la mar buscando la cosecha del día.

Un mar de pensamientos ocuparon por instantes mis sentidos a la vez que trataba de poner atención a lo que me decían el pecador y sus manos a la vez, como en una charla a tres. Sentí emociones difíciles de explicar. Me despendí y seguí mi camino, despacio, en dirección a casa, pensando y disfrutando de la caricia del sol de Febrero y de la leve brisa del mar que daván en mi cara.

Ya en la "carreterita", de repente algo me hizo reaccionar y despertar en el ensimismamiento de mi andar.

En el muro de un solar,alguien había hecho una "pintada" que me aclaro algunas de las preguntas. El comienzo de unos versos de la pensadora y poetisa veleña María Zambrano: " Y así he ido quedando a la orilla...", "... Filosófico es el preguntar y poético el hallazgo..".




jueves, 3 de marzo de 2011

El Sol Entre la Niebla


Descendiendo al valle, la niebla de había adueñado del entorno. Días y días había seguido por el sendero, caminado casi a ciegas en busca de un claro de luz que iluminara la ruta en dirección al norte, con el pensamiento fijo en una sola idea. Quizás el secreto que no había descubierto estaba solo en eso, en andar, en no parar de mover los pies uno tras otro, paso a paso, en no dejar que la espesa y oscura niebla impidiera la clara visión del sendero en la espesura.

Esa mañana fría descanse un rato sentado sobre el musgo de una de las rocas, junto a la arboleda. acaricie el verde esponjoso y húmedo, observe las los troncos de los arboles. Levante la cabeza y pude ver como las primeras yemas de las ramas desnudas se daban codazos unas a otras por asomase a la nueva vida. Sin mirar, seguí acariciando el musgo con la mano ya mojada , a la vez que casi conteniendo la espiración, trate de escuchar la charla que la brisa temprana se traía con las ramas y en silencio disfrute descubriendo de nuevo la música de los arboles y la sinfonía de los trinos de sus habitantes.

El tiempo paso sin sentirlo y cuando me quise dar cuenta, el rey había trepado a lo alto y ya remontaba la cumbre de la montaña, dejando que con fuerza la luz de sus rayos se desparramaran entre el espesor de la niebla, disipándola e iluminando mi entorno, dejandome ver por un momento el camino con mayor claridad.

Esa mañana seguí caminando sin parar , con la esperanza de que quizás la luz naciente pudiera atalantarme el viaje.