sábado, 17 de septiembre de 2011

Construir con Balas de Paja , (Primera Parte)




Habíamos quedado la noche anterior con Juani . Por la mañana nos tenia que traer el remolque del tractor bien repleto de balas de paja. Muy temprano empezamos a acondicionar el pajar colocando en el suelo soportes , para que allanándolo nos permitiera el apilado correcto de la carga. Al bajar al pueblo para recoger la cámara, que había olvidado le vi aparecer en dirección contraria a la mía, camino de la casa, ya con toda la tarea casi hecha, se nos había adelantado empezando a cargar el remolque en el campo desde el amanecer. Me di prisa en regresar, pero llegue ya cuando estaba desatando las cinchas que afianzaban la carga, y se disponía a descargar la mercancía.

No paro de hablar ni un minuto, y mucho menos desde que le insinuamos lo que pretendíamos hacer con la paja.

-"¿Sabes lo que quiere hacer este con la paja?"-, Rafael me señalo con la mirada a la vez que sonreía. Me miraron los dos. Pensé que nos tacharía de locos, pero no fue así, nada de extrañarse, sino todo lo contrario. -"Pues para eso lo mejor el el avenate, esta paja es de cebada, que tiene la caña mas gruesa y se parte en trozos más grandes, la de avena se hace en trozos mas chicos, con lo que al hacer al alpacas queda mucho más prensado y tarda muchisimo más tiempo en deshacerse, y si la maquina lo sujeta a tres, se hace un bloque que no hay quien deshaga"-.

Nos había entendido perfectamente ,y se había sumado al "club" sin quererlo, con su charla. Sabia bien lo que decía en sus comentarios, que enlazaba uno tras otros y casi siempre sobre el mismo tema, que le había llamado la atención , había picado su curiosidad, y empezaba a apasionarle.

Nos contó de un vecino que había hecho una estructura metálica para una nave de aperos de labranza en el campo, pidió permiso para realizar el cerramiento con bloques de ladrillo y no se lo dieron, así que decidió cerrarla con balas de paja de la cosecha de ese año, y le había durado la estructura más de cinco años. -"Y si hubiera repellado los tabicones de paja con barro y cal, habrían permanecido en pie toda la vida"- , continuo.

La carga iba reduciendo su volumen en lo alto del remolque y llenando el pajar. Uno desde lo alto lanzaba las alpacas al suelo, otro acarreando las acercaba a la puerta del pajar, y el tercero las apilaba convenientemente una junto a la otra y luego en otra fila superior, pero la charla seguía sin interrumpir el trabajo.

-"Las de avenate, esas son las mejores... resistirán más y salen todas iguales, y si se atan a tres chinchas, ya para siempre"-, repitio el joven desde lo alto del remolque-".

-"Los troncos de chopo, son fenomenales para la estructura del tejado, y para la cubierta, lo que siempre se usó: carrizo, lastón y brezo-", -"Prietas y bien tramadas las pañetas, no dejaran pasar ni una gota de agua"-.

Semanas buscando documentación y bibliografía, y no habíamos llegado ni a la suela del zapato de la sabiduría del joven labrador, que nos estaba dando una lección, y que coincidía en sus comentarios casi al cien por cien , con cuanto habíamos conocido en nuestra búsqueda.

El primer paso estaba dado, ahora solo teníamos que avanzar un poco más.





lunes, 12 de septiembre de 2011

Atardecer desde Hondonero, "El Dedo Quebrado"




Nunca supe porque la paloma siempre quiso ser águila y nunca lo dejó de intentar. Quizás lo que quería en realidad era volar en lo más alto, atravesando las crestas de la montaña y perseguir la luz amarilla y roja del sol del ocaso. Volar y volar por las alturas de la sierra de Las Cabras, y de las agrestes peñas de El Torcal, siempre en dirección al Oeste. A pesar de que sabia que nunca podría ser águila, y de que era imposible ni siquiera acercarse al sol, de que la luz siempre iría muy por delante.

Me llamó para que le ayudara a colocar unos tableros. En unos minutos había llegado a su casa. Colocamos entre los dos las maderas, y de inmediato apago las maquinas, saco un par de banquetas , unas "birras" , y nos pusimos a charlar. Estaba seguro de que en realidad lo único que quería era contarme algo, así que le deje hablar.

No entendía en ese momento, solo lo hice unas horas mas tarde, lo que me estaba intentando comunicar, pero hice como si entendiera con claridad de que me estaba hablado.

-"He estado en el medico"-, me dijo. Puse cara de extrañeza, no sabia que tenia ningún problema de salud. -"Le ha dicho lo que me pasa"-, -" Mire doctor,.. me duele aquí, y aquí, y aquí...."-, hacia gestos tocándose en varias partes del cuerpo con su dedo índice, como si yo mismo fuera el medico. Apretó con su dedo en las piernas, en un brazo, en la frente.. mientras hacia gestos de dolor. -"¿Y sabes lo que hizo el medico?"- . -"¿Que?"-, pregunte impaciente pensando en lo peor. Siguio contandome: -"Me miro fijamente a los ojos, me sonrío.... pidiéndome con un gesto que le diera la mano, la tomo... cogió el dedo índice , y sin dejar de mirarme , hablo pausado..-".
-"No te pasa nada, lo único que tienes es el dedo "quebrado", tienes que curartelo y veras como todo estará solucionado de inmediato"-.

Disimulando con sonrisas hice que entendía lo que me decía, y simplemente nos reímos un rato. Pero el no sabe que no me había enterado ni "papa", pero si que me había hecho pensar .

A la tarde, ya marchándose el sol, me acerque a Hondonero, y me quede un buen rato mirando como por momentos pasaba del amarillo al naranja y luego al rojo, llevándose la luz y escondiéndose detrás de las montañas , siguiendo su propio destino. Me ensimisme en la belleza del atardecer y creo que entendí de lo que me había hablado unas horas antes y un poco del porque la paloma siempre quiso ser águila.

(En el vídeo el Stabat Mater Dolorosa de Pergolesi, en una peculiar interpretación de Andreas Prittwitz, ante un atardecer similar al que yo me encontré el dia de mi relato. La fotografía esta tomada desde lo más alto de la Dehesa de Hondonero, en Villanueva del Rosario).


domingo, 11 de septiembre de 2011

Del Aliño de las Ensaladas, "Un Atardecer en Chinchon"



Nos trajo las viandas, primero la colorida ensalada y al minuto un buen plato de chuletillas de cordero lechal, preparadas en horno de leña.

-"No esta aliñada"-, -"Hoy es lunes y como suelen venir pocos clientes, solo estamos el cocinero y yo"-, nos dijo el joven camarero con una sonrisa.

Efectivamente solo estábamos nosotros tres en el restaurante, por lo que nos habían aposentado en el mejor lugar, en una de las pocas mesas colocadas en la balconada que da a la plaza, con la visión completa del entorno medieval, desde donde podíamos disfrutar del trajín de los lugareños en sus quehaceres cotidianos.

No entendíamos el porque nos había traído sin aliñar la ensalada, ya que no había clientes y en cocinero no tenia ningún otro trabajo. Preguntamos con un gesto casi los tres a la vez, gesto que el ya estaba esperando para darnos la explicación.

-"Verán.... solo somos dos, el cocinero y yo, y para aliñar una buena ensalada hacen falta como mínimo cuatro personas"-. Seguimos atento su explicación, a la vez que nos mirábamos entre nosotros.

-".... Un prudente para la sal, un roñoso para el vinagre, un esplendido para el aceite... y al final, cuando ya este cada cosa en su sitio, por ultimo hace falta un loco..."-. Nos reímos y el con nosotros. Continuo con su explicación: -"Si.. no se extrañen, hace falta un loco bien loco para mover la ensalada-". Termino con su relato y nos reímos de nuevo otra vez los cuatro.
-"Así que escojan papeles, ustedes son tres y uno de nosotros, el cocinero o yo tomaremos el papel que quede"-.

Una buena propuesta, un buen juego al que nos había incitado el camarero, y no nos pudimos negar. Jugamos y creo que fue la ensalada mejor aliñada que recuerdo.