domingo, 19 de febrero de 2012

Una Mañana de Setas, (Pleurotus eryngii)


Bien temprano, sin que hubiera despuntado el primer rayo de luz del día, y ya llegando,  sonó el teléfono:  -"Buenos días... ¿por donde vas?"-, -"Por  Las Pedrizas... tardo unos diez minutos"-, -"Venga, te espero, que esta noche ha llovido y va a ser un buen día de setas"-.

Efectivamente, la noche anterior había llovido algo, las nubes  se estaban  alejando, quedándose el cielo raso, y con toda seguridad,  el agua caída y el calor del nuevo día harían su trabajo animando a que las setas de cardo del bosque  asomaran la cabeza. Justo lo necesario, humedad en el suelo y calor el ambiente.

Pero tendríamos que ser rápidos, de no ser así otros buscadores de setas nos ganarían el paso y llegarían antes que nosotros al bosque, con lo que llenarían sus canastos y nos quedariamos "a verlas venir"..

Cuando llegue ya me estaba esperando, en la mochila una bolsa de rafia, un par de navajas, un trozo de pan, media mochila, y dos naranjas. -"Venga.. que ya ha pasado un par de coches"-. Iniciamos el camino hacia Hondonero hasta que llegamos al bosquete,  tratando de identificar las huellas de las ruedas que los mas madrugadores habían dejado en el camino embarrado, observando en las bifurcaciónes, para seguir ruta distintas. Cuando los encharcamientos impedían continuar en automóvil, lo dejamos a un lado, siguiendo a pie un buen trecho hasta llegar al bosque de pinos jóvenes, nos adentramos en el, continuamos entre las encinas y llegamos a la pradera cerca de los riscos. Sacamos la red, preparamos las navajas y despacio , caminando con tranquilidad entre la persistente niebla de la mañana, fuimos buscando entre las piedras, los matorrales y los troncos secos de cardo que en la primavera anterior habían florecido.

Una a una, fueron apareciendo y las navajas empezaron a trabajar, cuidando de cortarlas sin dañar las raíces, casi con mimo , por la base del pie , sin hurgar el terreno, para que puedan salir nuevas floraciones. La bolsa poco a poco se fue llenando. Según aparecían, cada una era una emoción, una autentica  "fiesta", un regalo de la naturaleza generosa.

Las setas de cardo con muy fáciles de identificar, su sombrero es hemisférico, y luego aplanado, de 3 a 12 centímetros de diámetro, con el borde incurvado y excentrico respecto al pie. El olor es muy variable, desde el crema pálido hasta el pardo castaño oscuro. El pie es cilíndrico, macizo, como "goma de borrar", color blanco. Pero sobre todo, la facilidad de la identificación estriba en que casi siempre se encuentran junto a los troncos de los cardos (Eryngium),  sobre las raíces de la planta desarrollada el año anterior, de los que se nutre.

Subimos hasta los pedregales ya con la niebla desaparecida,  y el lo alto, cerca del mirador, nos sentamos apostados , viendo el paisaje , y dando buena cuenta de la comida que traíamos en la mochila, mientras que a los lejos desaparecían las ultimas nubes que se habían quedado enganchadas , como algodón entre los picos de las cumbres.

sábado, 18 de febrero de 2012

Desayunos, "Sardinas Arencas" en El Cuervo, (Sevilla)


Me había llamado la atención la presencia de la barrica de madera con sardinas arenques encima de la barra del bar, y mucho más cuando entraron dos personas, un hombre y una mujer, a los que se acercó el camarero, tomó mentalmente nota de lo que querían y enseguida se apresuró a preparar la comanda.

Cargó la cafetera, colocó dos vasos de "caña" bajo los chorrillos y presionó la palanca de la máquina, rápidamente puso varias rebanadas de pan en la tostadora y cogiendo unas pinzas se acercó a la barrica, tomó dos sardinas que colocó en un pequeño plato de cristal  introduciéndolo en el microondas,  ajustó el temporizador y siguió atendiendo a los nuevos clientes que entraban al bar.

El desayuno era completo: café, tostadas con un buen chorro de aceite de oliva, y una sardina para cada uno.

Cuando el microondas "pito", el camarero sacó de su interior el plato con las sardinas humeantes. Con un par de minutos había sido suficiente para que se ablandaran y la piel se pudiera despegar con facilidad ,dejando libre la carne. Los dos clientes dieron buena cuenta de sus desayunos. Desmenuzaron los lomos de las sardinas y  acompañados del café y del pan tostado con aceite desayunaron con buen apetito y en animada charla.

Pase otros tres días en el pueblo de El Cuervo, en el sur de la provincia de Sevilla, lindando con la de Cadiz y a tan solo una decena de kilómetros de Jerez de la Frontera. Durante el resto de mi estancia pude disfrutar cada mañana de un apetitoso desayuno, haciendo caso del refrán : "Allí donde fueres haz lo que vieres" .

martes, 7 de febrero de 2012

Musicos Callejeros , "Una Guitarra en El Prado"


Desde lejos ya se podían escuchar las notas musicales que salían de la cuerdas de una guitarra,  no me hice demasiado de rogar para seguir su rastro, como si de otro "Flautista de Hamelin" se tratara, solo que en esta ocasión la flauta se había tornado en guitarra... deje que mis pasos siguieran  la dirección de los sonidos, como si la fuerza de un imán me arrastrara.

Allí, en unos laterales de la entrada al museo de El Prado, estaba ensimismado acariciando su guitarrista  de la que salían las notas de lo que pareció música de Boccherini", quizás la pieza "Música Nocturna de las Calles de Madrid", mi particular "Guitarrista de Hamelín".

Me acomode en el césped, detrás de músico, tratando de que mi presencia no fuera percibida por él , y durante un buen rato, mientras riadas de turistas accedían por la puerta nueva de la ampliación, disfrute imaginando el Madrid de la época en que la música fue compuesta. No se bien si realmente se trataba de lo que desde el primer momento me pareció identificar, pero ....."se non é vero, é ben trovato".

Cuando Carlos III   de Borbon, en 1759 ,accedió al trono del Reino de España,  dejando el trono del reino de "Las Dos Sicilias", llegaron de Italia un buen número de importantes juristas, urbanistas, arquitectos,  pintores, escultores, músicos, etc., algunos de ellos invitados por el propio Rey que los necesitaría para impulsar su amplia actividad en el desarrollo del país en todos sus aspectos, y otros muchos atraídos por la pujanza de la corte , en busca de trabajo.

Sentado en la hierba, a unos metros del músico y detrás de él,  disfrutando de la música. Trate de imaginarme el Madrid de la época. y en él, a dos personajes, uno de ellos Franchesco Sabatini, que ya había trabajado con el Rey de Napoles y Sicilia, Carlos VII, que accedió al trono de España con el nombre de Carlos III . El arquitecto fue  llamado por el propio rey , quien le nombro Maestro Mayor de las Obras Reales y así realiza las "Instrucciones de alcantarillado, empedrado y limpieza de la corte"; realiza las obras de la "Real Casa de la Aduana", en la calle de Alcalá, actual Ministerio de Hacienda; finaliza la construcción de la Real Basílica de San Francisco El Grande, centrándose esencialmente en su fachada principal;  de la terminación del propio Palacio Real; proyecta y construye la Puerta de Alcalá, al igual que el "Jadin Botanico"; continua las obras del ya iniciado Hospital General, actual Museo Reina Sofia, trabaja en inicio del edificio del actual Museo del Prado, concebido en su  momento como Museo Botánico, diseñando además el urbanismo  he iniciando las obras de la zona  del actual Paseo del Prado, donde ahora el músico y yo, él sin saberlo, estamos unidos por el sonido mágico que sale de su guitarra y que nos ata.

El otro personaje es Luigi Boccherini, autor de nuestra música, que nacido en la localidad de Lucca, en la Toscana, consigue en 1769 viajar a Madrid bajo la protección del hermano menor  del rey , el Infante Luis Antonio de Borbon, quien le nombra viloncelista y compositor de su capilla real. Esta es la etapa en la que el compositor realiza sus mejores creaciones. Una de ellas la que ahora escucho con atención.

Al rato, y después de grabar los tres minutos que mi vieja maquina me deja, sigo mi camino disfrutando de la agradable mañana de inicio del otoño.