sábado, 4 de junio de 2011

Los Colores del Silencio, "El Primer Beso en Rojo"


Nuevamente, como cada amanecer antes de dar el salto de la cama, allí estaba la muchacha en la pequeña pantalla. El día iba a ser freso, a su llegada a Villanueva seguro que la temperatura estaría por los dos o tres grados. Había que levantarse y tomar ropa de abrigo.

El Tejedor se fijo en ella como hacia casi a diario, hoy parecía más guapa que de costumbre, pero seguía demasiado delgada. No paraba de hacer gestos explicando el tiempo que hacia esa mañana señalando los mapas .

Ya hacia varios meses que al sonar el despertador a las siete en punto, lo primero que hacia era encender el televisor, ver las noticias y dos minutos después a la muchacha informándole del tiempo que encontraría al salir a la calle. Desde el primer día le había llamado la atención el raro apellido de la joven, aumentándose su curiosidad con el paso del tiempo, por la coincidencia del apellido con el de otra persona que había conocido hacia más de 48 años . Recordaba los apellidos de María José ("Blanca Nieves"), una amiga de los 16 años, amiga a su vez de Solé, su primera "novia", en la época en que la vida nos enfrenta a los aprendizajes y descubrimientos vitales.

Ya hacia meses que lo tenia pensado, pero había llegado el día, estaba decidido : -"De hoy no pasa"-, se dijo. Y dicho y echo, a la tarde, después de su jornada de trabajo, tejequeteje, se sentó ante el ordenador, busco el "Face", busco la casilla , y escribió en ella el nombre y los dos apellidos que bien recordaba.

No tardo en llegar la respuesta, !!era ella¡¡. Solo habían pasado 48 horas y ya tenia un mensaje en su buzón: "Claro que se quien eres, y siempre te he recordado. Sigo guardando desde entonces algunas cosas tuyas. Aquí tengo un escrito que me dejaste con algunos consejos y que siempre he llevado conmigo....". Durante semanas estuvieron mandándose correos, recordando algunas cosas y contándose algo de sus vidas. Le hablo de que seguía siendo amiga de Sole, que seguían viéndose con cierta frecuencia, incluso le mando una fotografía reciente de las dos juntas.

Miro y miro la foto varias veces, le impresiono, y no precisamente por el cambio de la imagen que tenia de ellas, de los 16 años a los 62 que tenían ahora. La impresión fue como sentirse asimismo mirándose en un espejo al verlas a ellas en aquella fotografía.

Durante semanas medito acerca del paso del tiempo y de los vaivenes del destino. De como se va conformando el camino que cada cual recorre, sin apenas haber intervenido en la toma de decisiones acerca de cual sendero tomar en las bifurcaciónes que se había encontrado.

En fin, de eso ya hace meses. Nunca supo, ni se intereso por preguntar, acerca de la coincidencia del poco común apellido con la delgada chica del tiempo de las 7 de la mañana. Pero eso si, de inmediato y durante semanas, le vinieron los más gratos recuerdos de aquella época dura de la posguerra en un barrio de la periferia de la capital, todavía con chabolas y cicatrices de la contienda.

Recordó algo, con todo tipo de detalle, algo que nunca olvida nadie, el primer beso de la inocencia enamorada. Luego vendrían otros chispeantes ojos enamorados, otras primeras caricias, otros primeros besos, pero nunca como aquel.

Ajenos a su entorno, sentados en aquellas incomodas butacas de cine de barrio de sesión continua, sin dejar de lanzarse miradas cómplices, clavándose la pupila del uno en el otro, las manos juntas, acariciándose con ternura. Y el olor, el olor peculiar de su piel, que el Tejedor seguía recordando a pesar de la distancia. De vez en cuando algún ruido causado por los manporros que se lanzaban John Wayne y Lee Marvin, interrumpía el circuito eléctrico de sus ojos, pero por escasos segundos, de inmediato, al unisono, como por un resorte común, sus cabezas volvían a establecer la conexión.

El silencio se hizo total, como si nada estuviera ocurriendo, a pesar de que en la pantalla seguían lanzándose mesas y sillas, destrozando la taberna con la pelea.

Y llego lo que tenia que llegar, antes o después habría llegado, el primer beso apasionado, la primera inocente entrega. Aquel intenso silencio tenia color, el fuerte color rojo de los primeros besos que nunca se olvida.

En traducción "librisima" de la canción de Purcell "Sweeter Than Roses": "Primero fue la mirada, después un escalofrío que me hizo temblar. El primer beso es del color de las rosas".

Un regalo para Irune con quien tengo un reto ya hace años. Y especialmente para Sole, protagonista de esta historia.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

tengo el recuerdo de mi primer beso en azul de un dia de verano color cielo y amarillo de los campos de trigo y el sol, calido con mucha luz blanca, temblando en rosa y verde frio.

y sabes, a quien se lo dí a ese tu, amigo.

Tejedor dijo...

Ves... pues el color de ese tu primer beso, es azul. Con eso de los colores... nunca se sabe.

Anónimo dijo...

no el beso no tenia color, los colores me envolvian, estaba rodeada de color mil colores fundiendose en uno.

El beso fue, fue, fue, fue una inolvidable sensacion, fundida entre color, calor, impresion, emocion, nerviosismo, una caricia suave. y un cielo azul

Tejedor dijo...

Vamos.. el arco iris al completo. Ese si que es un buen beso y un buen recuerdo... montado en el arco iris.

Tejedor dijo...

Anónimo, ¿recuerdas si tambien se hizo el silencio?

Anónimo dijo...

Vaya lio de besos!Ufffff q calor!

Anónimo dijo...

solo fué un beso, y si, mucho, mucho, mucho silencio, el estomago apretado en un puño y. . . . . le pasarà lo mismo a mucha gente el silencio la mente en blanco rodeados de un arcoiris de color,

uffffff kee lio nerviosismo tengo que escapar salir de ese remanso recuerdo.

Tejedor dijo...

Una amplia sonrisa llena mi rostro, de oreja a oreja.