domingo, 30 de noviembre de 2008

Las Tres Hojas ,-Cuento de Otoño-, (Primera Parte)


Después de podar el almendro y trocear las ramas mas gruesas, quedaron restos del ramón sobrante.

Un gran montón de pequeñas ramas, que no me sirven para la chimenea pero que quizás guardaré para que me ayuden a encenderla cuando llegue el frío del invierno.

Entre los tronquitos del gran montón, los gorriones disfrutaban de lo lindo, guarecidos del frío aire que ya presagia las heladas que han de llegar.

En las riveras del arroyo, junto al puente que ya han terminado de construir, los chopos se están quedando sin hojas dejando al descubierto sus troncos pelados.

Ahí estaba mirando atento cuando acerté a escuchar algo, en el aire, que venía de la chopera. No entendía bien... pero me pareció que alguien estaba hablando calladamente, con un pequeño hilillo de voz.

Agudicé el oído por el que escucho, (el otro esta como una patata). Mi vista acertó a dar con el lugar de donde la brisa me traía los sonidos.

Había en lo alto de una rama solo tres hojas, únicamente tres, las demás habían caído arrastradas por el viento. La charla era de lo mas insólito.

Me acerqué un poco y luego un poco mas para poder entender con nitidez la charla.

-"¿Veis?... todas las que se lleva el viento llegan al suelo y se llenan de barro"-
-"Mirad aquellas, las están pisando los niños que juegan"-
-"Yo no quiero caer... y que me pisen... o llenarme de barro sin ningún motivo"- , decía la tercera.

Escondido junto a la chopera seguía escuchando y mirando en total silencio, mientras mi corazón latía fuerte emocionado por lo que estaba pasando.

Una de ellas siguió hablando y le hizo una propuesta a las otras dos que a mi me pareció de lo mas ingeniosa.

-"Esperemos que venga una ráfaga de aire muy, muy fuerte y en ese momento soltémonos, así podremos volar como lo hacen los gorriones y podremos llegar muy lejos, a lo mas alto, quizás allí tengamos mas suerte que nuestras compañeras"-

Según parece la hojita ya amarilla había visto volar a los gorriones tan contentos y quería ser como ellos, desprenderse y volar y volar.

Dicho y hecho... en un momento en que el viento arreció... las tres al unísono se desprendieron de la rama grande y se dejaron llevar por el viento como si saltaran en paracaídas. Pero ocurrió algo insólito, en ese mismo momento acertó a pasar por allí una bandada de gorriones, que el fuerte aire había hecho que saltaran de la rama de una higuera, la higuera que esta en el mismo borde de la carretera en la curva que hay antes de la entrada del pueblo. Uno de los gorriones que ya se había puesto ciego degustando los restos de los dulces higos, cogió con su pico las tres hojas que volaban llevadas por la corriente de aire y vino a posarse en el entramado de ramitas de los restos de la poda del almendro... revoloteó, jugueteó con su trofeo y se acercó a saltitos al borde del muro de piedra, que estoy haciendo, dejándolas entre el montón de piedras que tengo preparado para terminarlo. El gorrión siguió su aleteo y se alejó dejando las hojas, que se quedaron reposando en la tierra.

Días después en el mismo lugar pude ver un pequeño brote verde que no corté intuyendo que aquello podría ser algo mas que un simple ramajo de hierba.

No me confundí, al poco aparecieron las primeras hojitas de lo que parecía ser un higuera.

El gorrión había dejado una parte de lo que tenia en su pico y las tres hojas se habían encargado de dar alimento a la semilla de higuera.


Un regalo para el oído que llega al alma. El "Allegro" del Otoño de Vivaldi.
Los hechos contados en este relato ocurrieron a pocos días de iniciarse el otoño y hoy mismo me acerqué a ver el retoño de higuera y tomé la foto de cabecera , se ve que tiene casi tantas ganas , como las tres hojas de chopo, de subir a lo mas alto.

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