domingo, 2 de mayo de 2010

El Zahorí y los Avellanos


A los avellanos que tengo en el huerto, les pasa lo mismo que a los cerdos, se utilizan hasta los andares, todo tiene una utilidad.

Una vez vino un Zahorí, estábamos buscando agua en el terreno, venia el solito y sin ninguna herramienta para hacer su trabajo, se acerco a los arboles, busco el que le pareció más adecuado y cogió una ramita de avellano, una que tenia forma de y griega, se dio un paseo por el terreno ante nuestra atónita y a la vez incrédula mirada, siguió su paseo con la ramita cogida con sus dos manos por los dos rabitos de la "Y" y de repente, la rama lanzo hacia el cielo la otra punta, el hombre dio un rodeo por el lugar y se "empino" más, mucho más, casi dirigiéndose al cielo. Nos pareció que el Zahorí pensaba unos instantes, y rápidamente en su búsqueda continuo la marcha por otro lugar del terreno. La varita inicio otra vez el movimiento, en esta ocasión con menor intensidad.

Continuó hasta centrarse en un punto concreto, a la vez que con un gesto de su mirada, sonriente y satisfecha, nos indicaba que ya lo había conseguido.

Se dirigió a nosotros: -"Allí hay una corriente fuerte, muy fuerte, pero por lo menos a 20 metros de profundidad, pero aquí esta menos profunda, a unos 4 metros, menos agua, pero esta aquí mismo, muy cerca"-.

Metimos una "retro", inicio su trabajo con la pala, y a tan solo 2 o 3 metros, ya empezó la humedad, un poco más y el agua salia por los costados de la zanja. !Ya la habíamos encontrado¡.

El Zahorí tenia razón, solo hizo falta entrar en el hoyo, iniciar la colocación de ladrillos en forma circular , seguir subiendo.... y el agua hizo todo lo demás, el pozo se lleno de agua a las pocas horas. Realmente tenia razón, las mejores varas eran las de avellano.

Al rato, cuando ya se había marchado, nos quedamos mi hermano y yo y medio incrédulos, a pesar de los excelentes resultados, cogimos la varita, intentamos hacer lo mismo y nada, que si quieres arroz Catalina, a mi quizás pareció que la varita se me movió ligeramente, pero a mi hermano, nada de nada.

El Zahorí, una vez terminado su trabajo y antes de que la maquina se pusiera a remover el terreno, se marcho y nos dijo que volvería a los pocos días, y que solo si había agua nos cobraría, sin precio alguno concreto, solamente la voluntad. A la semana siguiente, cuando vino, le pagamos 5.000 pesetas de las de aquella época de Maricastaña.

He seguido utilizando los arboles, me han dado sombra, me han dado frutos, y con la poda he guardado sus ramas y con ellas, ya secas y bien calibradas, he realizado múltiples objetos, desde bastones a pequeñas piezas de bisutería, como colgantes o pasadores de pelo, desde botones tipo trenca que utilizo en algunos modelos de bolsos para cierres, hasta bolas para remate de los cordones de cuero que ajustan las bocas de las mochilas.

Así que de los avellanos se utiliza todo, hasta los andares, como de los cerdos.

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