domingo, 20 de marzo de 2011

Historia de Una Escalera, o "El Asesinato del Capitan", (Cuarta Parte)


Subir por los estrechos peldaños de aquella escalera y dejarme "chorrar" por ella desde lo alto, descolgándome y sujetándome con las sandalias de los barrotes laterales, se había convertido en un auténtico disfrute. Una y otra vez repetía la misma operación, a pesar de que aquello no estaba en las condiciones necesarias de seguridad, pero es lo que había, y yo disfrutaba de lo lindo jugando en aquel artilugio a mi me parecía casi mágico, imaginándome la escalera de una nave espacial, de un submarino, o mil cosas más. Ni idea tenia entonces de la procedencia de la escalera, ni falta que me hacía, para mi era el mejor de los juguetes que nunca había tenido. Podría ser.... no sé, no recuerdo bien, creo que sobre el año 1956. Trato de ralacionarlo con algún otro recuerdo y efectivamente, en ese año se iniciaron las primeras emisiones de televisión en el país. Al terminar el verano no regresé a Madrid con la familia, quedándome en el pueblo con el abuelo y las tías hasta mediados de Diciembre. Por esos días, se cumplirían ya los 20 años, del inicio de la derrota del ejército republicano.


En el ala derecha de la casa estaban las cuadras, detrás el pajar y un poco después el mular para guardar el estiércol, todas las dependencia comunicadas entre si. Al final una puerta que daba al patio, donde siempre había unas cuantas gallinas que me gustaba espantarlas y hacerlas correr . En el piso superior, por delante y encima de la cuadra, la cámara, con sus paredes y techos encalados como la nieve y el suelo de cemento pintado de rojo almagra, donde se guardaban las chacinas de la matanza colgadas de los clavos de las vigas blancas de madera de chopo. Distribuidas sobre la superficie de la estancia, lebrillos, artesas, tinajas y orzas, dedicadas a conservar y guardar el resto de la matanza. Detrás de la cámara separada por una pared estaba la habitación donde se guardaba el ramón para encender y mantener el fuego de la chimenea y la cocina. Cada día, en la época de la poda de los olivos, José traía en las parihuelas del mulo algunos troncos gordos y encima todas las pequeñas ramas que era capaz de colocar en el "teremonte". Los troncos se colocaban en el patio y el ramón se iba almacenando en la habitación, utilizando la escalera e introduciéndola por la pequeña portilla sobre cuya base se anclaba la escalera, Disponiendo así de pequeñas ramas secas, para encender con facilidad cada mañana el fuego.

Durante años allí estaba la escalera, cada verano esperándome para jugar. Pasó el tiempo y ya siendo un zagalete me di cuenta que la escalera había desaparecido y nada supe de ella hasta mucho tiempo después. Mi primo Pepe se la había llevado de casa del abuelo para utilizarla en la tienda de su familia, facilitando la colocación y el orden de las cientos de cajas de alpargatas y zapatos en las viejas estanterías de madera. Al verla, le pregunté, y él mismo me contó que como ya no hacia falta en casa del abuelo, había decidido utilizarla en otros menesteres. Insistiendo en mis preguntas, me habló de su procedencia y de como al tío de su madre, le habían requisado los dos autobuses, y que al llevárselos apresuradamente, se dejaron en la cochera la escalera trasera de uno de ellos. Abandonada, el abuelo se la habría llevado al corral y luego mi primo, la habría tomado para usarla en la tienda.

Ya desde entonces empecé a relacionar la escalera con el incidente del autobús y el asesinato del Capitán en febrero de 1936, y que tantas veces me habían contado. Pero nunca me pude imaginar el grado de relación que, al final de su vida, tendría esta escalera con aquel episodio.

La curiosidad me ha llevado a seguirle la pista durante más de 50 años, como si me faltara algo para cuadrar la historia que siempre me habían contado y la necesidad de hacer mi propia interpretación de los acontecimientos.

Vi allí la escalera durante mucho tiempo, hasta que otra vez había desaparecido. Nuevamente pregunté por ella, Pepe se la había llevado de la tienda de sus padres para usarla en el cortijo de la familia de su mujer, primero para subir las balas de paja al pajar, después como asidero para poderse introducir en la alberca de riego de la finca y darse un chapuzón en verano. Insistí en mi búsqueda y pregunté a Pepe, quien me dijo que hablara con el "Brigada", que el me daría norte de ella.

Un día , hace poco, me encontré en una calle del pueblo con el "Brigada", desde la acera contraria nos saludamos como aquí es costumbre: -"Heeee"- me dijo, y yo contesté -"Heeiii"-, desde el otro lado, con una sonrisa y un gesto de saludo del brazo, pero aproveche el encuentro para acercarme a él cruzando la calle y le pregunté por la escalera. "-¿La escalera?-", -"La metimos en los cimientos del hormigón cuando Pepe hizo la piscina, el año pasado-".

!Problema resuelto¡ , ese había sido su final , servir de refuerzo a la cimentación de hormigón de la obra de la piscina en que se había convertido la vieja alberca y allí permanece y permanecerá por siempre enterrada, como si algo hubiera terminado, una especie de alivio para el trajín de la escalera que había llegado a su ultima estación.

El mismo año en que me enteré de que la escalera estaba enterrada y había llegado su fin, y a tan solo 50 metros, al otro lado de la carretera, se inicio la excavación de una fosa que había servido, 73 años antes, de precipitado enterramiento de once hombres, que allí mismo habían sido fusilados sin juicio alguno, por las tropas de los sublevados que habían tomado el pueblo, junto con algunos elementos proclives a los rebeldes de la misma localidad.

Ver crecer exhuberante el verde junto a la cuneta, y saber lo que había allí, y porque crecía tanto la hierba, producía una extraña sensación, mezcla de tristeza, pena e indignación. Solo he podido relajar algo esas sensaciones al saber que la escalera estaba enterrada y que los restos de los once hombres de la fosa habían sido exhumados, entregados a sus familiares y enterrados con dignidad, como si algo, por fin.... empezara a terminar de una vez.

Cuando desde su privilegiado mirador, las mujeres vieron alejarse el autobús en dirección al pueblo y Rosarito se dio cuenta de que la escalera trasera no estaba en su sitio, pudieron observar que el vehículo detuvo su marcha de repente, justo en la curva del puente, parando del todo en la entrada del camino al molino de aceite. Allí se produjo el incidente en el que el Capitán pareció ser empujado desde dentro, y enseguida dos hombres se abalanzaron sobre el, en el forcejeo uno de ellos le quitó el arma que llevada en sus correajes y con el Capitán ya en el suelo, apuntó, sonaron tres disparos seguidos, uno detrás del otro, y se hizo el silencio, pareció hasta que el reloj de la sala se había parado. Los dos soldados introdujeron el cuerpo del Capitán en el autobús que dio la vuelta con rapidez, enfilando la recta y pasando por delante de sus ojos, frente a la casa en dirección a Málaga.


(La fotografía es de la curva del puente del Río Cerezo, tomada en sentido contrario al escenario que veían desde la casa, las rosas rojas para todos los hombres y mujeres honestos que perdieron la vida por la lucha de la libertad. Acerca de la fosa de Villanueva del Rosario hay mucha información en la red, esta es una de ellas :
http://www.villanuevadelrosario.com/index.php?option=com_content&view=article&id=881:video-fosa-de-villanueva-del-rosario-&catid=81:e
En el mes de Julio de 2006, Televisión Española en su programa "Documentos TV", emitió un interesante reportaje sobre este mismo tema:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/documentos-las-fosas-del-olvido-resumen-min/325901/


3 comentarios:

Anónimo dijo...

la escalera la protagonista que ayuda a contar la historia, muy bien contada. arqueologo de sentimientos. Gracias por tu esfuerzo.

Tejedor dijo...

Gracias a ti por leerme, y por los piropos, eso de "arqueologo de sentimientos", es sin duda de lo mejor que me han dicho de esta historia, que no es facil contar sin caer en las tentaciones de los "colores" o de "buenos y malos". Conocer para sacar lecciones que nos lleven a que no se repita nunca la trajedia.

Anónimo dijo...

Hermano ,me ha encantado leerte.Muchas gracias por contarnos lo que sabes,lo que has vivido.Me gustaría que siguieras haciéndolo.

Un abrazo muy fuerte.