viernes, 22 de agosto de 2008

El Jardinero del Rey


Cuando el jardinero le pide el caballo al rey para tratar de escapar de su propio destino, ya poco hay que hacer.

Seguro que el rey por ayudarle le prestará su mejor caballo, sin saber que en realidad lo que está haciendo es colaborar con el propio destino que le está esperando tranquilamente al atardecer, en el mercado de Bagdad.

Siempre las mismas preguntas sin respuestas y las mismas sensaciones de desamparo, de vegetal que se marchita por falta de agua y oxígeno. Cada cual se autodefiende ante la situación como puede, pero en realidad hay muy poca defensa . Solo la constatación de lo que ya deberíamos tener muy claro y es que "nacemos" y "desnacemos" y que no tenemos horario, dos esenciales y contundentes realidades.

Los que se han ido ya no están, así que ahora los que quedan son los que han de luchar consigo mismo y hacer su propio duelo, con poco consuelo, a sabiendas de que nunca será ya igual y que algo cambió para siempre.

Si cada vida rota es una historia familiar, sigo sintiendo un dolor irresistible cuando los noticieros hablan de los casos de niños y jóvenes. En nuestra cultura estamos más o menos preparados para que se marchen los mayores, pero nunca para que ocurra la desgracia rompiendo el escalafón, por eso es tan insoportable el dolor.

Si tuviera que describirlo, me sentiría árbol de carne, circulando por mis ramas sangre en lugar de sabia . Una tormenta negra y terrible se acerca . Roncos truenos de fondo. Oscuridad y luz repentina. Un rayo traicionero acierta sin aviso a romper una de las ramas desgarrándola, desgajándola, destrozando el entorno. Todo el árbol va sentir un terrible dolor.... madera, carne, sangre . Nada volverá a ser igual y la sombra, cuando los primeros rayos de luz de la primavera lleguen, no volverá a ser la misma, será distinta para siempre.

Fortaleza, templanza, aceptar y aprender vivir sin la rama es lo que deseo a los que se quedan y para los que se fueron, les dejo un ramito de flores silvestres.

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