viernes, 30 de abril de 2010

Persiguiendo un Arco Iris - Cuento


Aquella mañana el Tejedor había llegado muy temprano, como tenia por costumbre. El día estaba nublado, y amenazando lluvia, miro al cielo y observo como dos capas de nubes se superponían la más alta se movía a buena velocidad impulsada por los vientos que venían del Suroeste , las nubes de color blanco y que se juntaban unas a otras en la capa mas cercana , marcaban la ruta del Nordeste a menos velocidad que las otras. Este juego de los movimientos de capas de algodón superpuestas , una en sentido contrario a la otra, daban una sensacion de paz y pausada tranquilidad en un continuo ballet de mutantes formas fantásticas. Observó el juego de la naturaleza mientras que algunas pequeñas gotas de lluvia caían sobre su cara y se sintió formar parte de la danza.

De vez en cuando, entre las nubes se formaban claros que dejaban pasar la luz y en ocasiones los rayos del sol se quedaba fijos en un solo lugar, iluminando a tramos el paisaje, y al poco el lugar iluminado cambiaba apagándose de nuevo , cerca otro lugar se encendía, como si fuera un escenario teatral y las manos hábiles del encargado de los focos dispusiera el elemento principal de la representacion y decidiera cual de ellos debía ser destacado con la luz de sus luces a medida que la obra se estaba desarrollando.

Continuó despacio por el pasillo de piedras que daba entrada a su lugar de trabajo, sin dejar de mirar al cielo. Algunas finas gotas volvieron a refrescaron su cara. Detuvo su camino, levanto sus brazos y con las palmas de las manos hacia abajo a distinta altura la una de la otra, las coloco paralelas al movimiento de las dos capas de nubes y las movió en el sentido que lo hacían estas, hasta que sus manos se cruzaron por encima de su cabeza, como soñando acercarse al algodón y navegar junto a ellas , dejarse deslizar por un arco iris hasta llegar al verde de los olivos. De repente un tímido juego de colores le hizo presagiar que entre los claros aparecería un hermoso arco iris. Pero el agua que caía no era suficiente, así que decidió terminar su recorrido por el empedrado camino y dar inicio a su tarea.

Desde la ventana siguió mirando y observando como en ocasiones aparecían tenues colores que no llegaban a cuajar en lo que estaba buscando. Siguió con su rutina, cuando al rato empezó a caer del cielo una intensa lluvia. !La señal esperada¡, saco de la mochila su cámara y se dispuso a atrapar el juego de colores, que ya aparecían al fondo del camino . Siguió andando con rapidez en busca del cuadre adecuado, pero cuando pensó que ya lo tenia, que ya podía atraparlo, una de las capas tapo el sol y desaparecieron los colores. Durante toda la mañana se repitió la situación por tres veces, así que sin llegar a lograr su objetivo, continuo intermitentemente con su trabajo, desistiendo de su empeño desilusionado.

De regreso a la casa, ya atardecido, cuando nada le hacia pensar que podría ocurrir, y sin hacer nada por ello, de repente... allí estaba, en la pradera de trigo, allí estaba lo que había estado esperando que ocurriera durante todo el día, y ahora sin haber hecho nada con conseguirlo, simplemente el color del arco iris se había regalado cuando le pareció bien y ya cuando no lo esperaba.

Ese día, el Tejedor había aprendido otra lección.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Otro de tus Arcoiris!Otro puente, trazado para q alguien lo cruce.Para desplazarse por él, hacia una nueva ilusión.