lunes, 7 de marzo de 2011

Historia de Una Escalera, o "El Asesinato del Capitan", (Segunda Parte)

Por la curva habían empezado ha aparecer grupos, cada vez mas numerosos, de milicianos que ocupaban la carretera dificultando el paso del vehículo que en momentos interrumpía la marcha para abrirse paso entre los soldados. En su obligada parada, el hombre de la puerta hizo un gesto imperativo a uno de los grupos que venían por la cuneta izquierda, tres soldados, rápidamente cruzaron la carretera por delante del morro de autobús y por unos instantes hablaron entablándose lo que parecía una tensa conversión, dos de ellos subieron, mientras que el tercero seguía hablando con el de la puerta, que parecía darle órdenes insistiendo con el brazo en que siguiera el paso de sus compañeros y subiera al vehículo, cosa que por fin se decidió ha hacer.

Efectivamente era uno de los dos autobuses amarillos del tío Manolito que le habían sido requisados al inicio de la contienda, y que desde entonces se habían utilizado para el transporte de las fuerzas republicanas en la zona.

Después del asesinato del abuelo "Juaico", en Septiembre del 1933, la herencia familiar se repartió entre los 5 hermanos. A los pocos meses el tío había solicitado y conseguido, la concesión para la explotación de una línea de autobuses para el transporte de viajeros entre Antequera, Villanueva del Rosario y Villanueva del Trabuco. Días después de la sublevación los dos autobuses fueron confiscados y él mismo había sido encarcelado en el puerto de Málaga, permaneciendo durante varios meses en el buque prisión Marqués de Chavarri, por no mostrarse demasiado "contento" con el comiso.

El sonido del agudo tintineo del reloj de la sala marcando la hora, ya las diez de la mañana, aumentó aun mas la tensión de los momentos que estaban viviendo. -"Trini.. vámonos ya"-, -"Chiquilla, espera, como quieres que salgamos ahora, con todo el jaleo que hay en la carretera"-, le contestó la hermana. De repente Antonia la mayor de las hijas de María, miró a su madre y exclamó: -"¡¡Pero si es el Capitán!!"-, -¿Que Capitán niña?-.

El autobús ya había enfilado la recta y estaba cada vez más cerca de la casa, ya se podía ver con mayor nitidez la figura del hombre de la puerta, que seguía colgado con una mano, con el cuerpo fuera y gesticulando con la otra. Desde que entró en la recta pudo ver su uniforme y la gorra de plato que tenía en la cabeza, bien diferenciada de los gorros cuarteleros del resto de la tropa y que le distinguía. Pero no podían escuchar sus voces con la nitidez suficiente como para saber lo que decía. Abrieron un poco la ventana, tratando ahora de oír lo que decía y que tanto les había llamado la atención

-"Madre, el Capitán... el novio de Isabelita"-, -"Si.. es él, es él..", asintieron al unisono varias de las más pequeñas.

Desde los primeros días de Agosto, con la toma por el general Varela de la ciudad de Antequera y a los pocos días Archidona y Loja, y ya controlado por las tropas sublevadas el ferrocarril entre Antequera y Granada, el frente había quedado estabilizado en ese corredor, justo en la ladera norte de la cadena montañosa que protegía la ciudad de Málaga. Ya en el mes de Septiembre se reforzaron las posiciones republicanas al sur de las montañas en tres sectores, uno de ellos comprendía la zona que va desde El Torcal, Boca del Asno y Villanueva de la Concepción, hasta el Puerto de las Pedrizas, ampliándose en un subsector en dirección a Villanueva del Rosario y Villanueva del Trabuco hasta cerca de Archidona. Entre los casi 4000 efectivos, había llegado al pueblo el Capitán al mando de una compañía, estableciéndose el acuartelamiento y puesto de mando en el "grupo escolar", de reciente terminación y que debería de haberse inaugurado con el inicio del curso escolar, pero que sirvió durante meses para otros menesteres muy distintos y menos edificantes de los que tenia por destino.

Isabelita, la hija del medico del pueblo, el Dr. Bernal, tenia la misma edad que Antonia, y eran amigas desde hacia años. Entre ambos, Isabel y el Capitán, había surgido una cercana relación personal que Antonia bien conocía, por lo que le fue fácil identificar a aquel hombre colgado en la puerta del vehículo.

Con la ventana entreabierta y ya más cerca el autobús , pudieron entender bien lo que decía y repetía una y otra vez: -"¡¡ Los de mi compañía... al Rosario!!"-, -"¡¡Los de mi compañía .. al Rosario!!"-, sin dejar de gesticular con todo su cuerpo y continuando con los bruscos movimientos de arriba abajo de su brazo derecho.


( La fotografía ha sido cedida por www.guateque.net, y corresponde a la parada que los autobuses de los pueblos de la provincia tenían en la época en que transcurre el relato en el centro de Málaga, junto a la bodega "Casa Guardia" en Alameda Principal. Muy parecido era el vehículo del que se habla en esta narración)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante! Intrigante!

Tejedor dijo...

Gracias Anónimo, espero que las siguientes entregas te sigan interesando e intrigando.