lunes, 15 de diciembre de 2008

Cristo Va... Cristo Viene " La Puerta" (Primera Parte)


Hace unos meses estube en Mecina charlando un buen rato con Carlos di Palma, me hablo de algo que le habían contado, un suceso ocurrido en 1935 en esta zona de la Al pujara granadina y que a el, entre vaso y vaso de buen vino de la Contraviesa le habían comentados varios paisanos de la zona en animada charla.
Estaba ilusionado con escribir un relato, un pequeño cuento sobre el tema.
Hace unos días le he visitado y me ha entregado el manuscrito del cuento ya terminado. Yo solo hago de transmisor de la historia para compartirla con quien lea estas lineas.



1935

CRISTO VA..... CRISTO VIENE

LA PUERTA



Celestino la miraba con una intención casi lasciva, y no era desde hacia poco. Le resultaba imposible precisar desde cuanto tiempo atrás paso por su mente la idea de poseerla. No cabía duda de que ella ejercía sobre el una atracción poderosa. Con tal de verla, buscaba cualquier excusa para acercarse hasta Panjuila y pasar cerca del cortijo abandonado donde ella estaba. Si algún día conseguía hacerla suya, la imaginaba custodiando el lugar que tenia en Campuzano. Sonreía pensando en acariciarla, y aspiraba orgulloso el aroma del vino fresco, fruto de sus viñas, el cual ella cuidaría para el. Admiraba la estructura de sus formas y el noble origen de su esencia que a pesar de los rigores de los años y las inclemencias sufridas por soles y lluvias, y de tanto tiempo de abandono, aun podía percibirse en ella, que con un poco de dedicación y cuidados, volvería a ser lo que fue. Sí, aquella puerta de robusta madera de castaño que pendía casi de milagro de unos goznes oxidados y vencidos, tenia que ser suya; entonces planifico el rapto. Para justificar su acción, considero razón suficiente que Cecilio, el dueño del cortijo, se había mudado a Torvizcón hacia años, al casarse, y nunca mas se había ocupado de aquel lugar. Y así, en un atardecer de Abril, se propuso poner en practica sus proyectos. En un zurrón guardo algunas herramientas, se colgó al hombro una bota de vino de su cosecha y partió hacia Panjuila calculando llegar ya entrada la noche. Una vez en el sitio extrajo una barreta de hierro y comenzo a hacer palanca para liberar a su presa. A pesar de su débil apariencia, le costo muchos sudores vencer la resistencia de aquellos carceleros que se empeñaban en no soltar a su prisionera. Ya liberada, Celestino trato de calcular el peso. Cuando trato de levantarla le entro un escalofrío....!pesaba más de lo que había imaginado!. !Pero tan bella!. ¿que distancia habría entre Panjuila y Campuzano?; pues menos de tres kilómetros, y la pista, considerando en definitiva no era un camino de cornisa, no ofrecía demasiados accidentes que fueran a dificultarle seriamente la marcha. Mientras preparaba un lazo, lamento la muerte de su burro; hubiera sido de gran ayuda; pero bueno, así estaban las cosas. El tener puerta nueva en Campuzano, seria un motivo de alegría que cortaría en gran parte la mala racha que venia amargándole ultimamente la existencia. Tomo aliento y haciendo un gran esfuerzo paso el lazo a bandolera. La puerta se elevo y uno de los lados de la parte inferior quedo descansando en el suelo. Inicio la penosa marcha. El ángulo que apoyaba en el sendero comenzó a marcar un surco en la tierra entre el "rac-rac" disonante que se producía a cada paso de Celestino. Por momentos, el andar era lento pero rítmico y otras veces trastabillaba ante el mal paso producido por una piedra, o un desnivel del camino. Cuando sentía que el esfuerzo lo agobiaba, se sentaba a descansar y aprovechaba a beber un trago de vino y secarse el frió sudor que corría por su espalda. En sus hombros comenzaban a formarse llagas sanguinolentas; mas de una vez pensó en desistir pues a cada paso la puerta parecía pesar mas y mas.
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Continuara.......

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