domingo, 14 de junio de 2009

Marruecos, La Mirada Inversa ,"La Salida" (Sexta Parte)







La cita era en la Estación Marítima, en el puerto, a las 12 para aduana y pasaportes, ya que el ferry salia una hora más tarde, además en el grupo la mayoría no se conocía, así que un rato de charla en la sala de espera vendría bien a todo el mundo, teníamos por delante un interesante viaje y un programa ciertamente apretado.

Habíamos llegado los tres aparte del resto del grupo , que venían de Sevilla en autobús, pero los de Málaga, nosotros y las amigas ceramistas de Coin, nos habíamos citado con el resto aquí, en Tarifa, para proseguir el viaje ya todos juntos hasta el regreso.

Dejamos el coche en el aparcamiento del sótano de la casa, a poco más de un kilómetro del puerto y fuimos andando con las maletas hasta el centro de la ciudad. Teníamos tiempo de desayunar con tranquilidad y de pasar a saludar a la Señora Antonia. Nos paramos en la churrería de la calle junto al mercado, pedimos churros calentitos para los tres, la churrera se dispuso a freírlos en la caldera de aceite hirviendo, corto la rosca con sus tijeras, coloco las tres raciones en un papel de estraza y los peso, al tiempo que nos preguntaba si eras suficientes, asentimos mirándonos, casi a la vez y le pagamos el euro y medio que nos dijo que costaban. Con el papel ardiendo y lleno de churros, nos pasamos a bar del interior del mercado, dejamos los churros en la mesa y pedimos unos cafés .

Disfrutamos del desayuno en animada charla, ilusionados por el viaje a Marruecos, a la vez que hacíamos recuento tanto de apretado programa como de los objetivos propuestos.

De camino a la Estación Marítima, pasamos por la plaza, la Señora. Antonia, como siempre estaba de punta en blanco, arreglada y "maqueada", como si fuera a ir a misa de diez, en lugar de estar vendiendo fruta y verdura. Estaba atendiendo a una parroquiana, pero enseguida nos atendió, la salude, le pregunte por la salud, y ella se puso a contarnos su vida y milagros. La Señora Antonia tiene casi 85 años y sigue comprando y vendiendo fruta en su patio, a la entrada de su casa, tal como lo había hecho desde siempre en Facinas. Me resulta agradable charlar con ella cada vez que paso por Tarifa y aprovecho para hacerle alguna fotografía, a lo que ella acede sin ningún problema, todo lo contrario y casi posando.

Mientras hacíamos tiempo, paseamos por la ciudad en dirección al puerto, llegando hasta el castillo de Guzmán El Bueno, como Diego ya la conocía, le conté a Currillo la historia, la verdadera historia , (en versión personal, nunca jamás contada públicamente) de Guzmán El Bueno y su hijo. Por un rato no paramos de reír y bromear sobre el asunto.

Habíamos madrugado y llegamos con tiempo suficiente, de los primeros. Poco a poco fue llegando el resto del grupo y nos fuimos presentando y comentado en animada charla. Las "Coinas" si que se alegraron de vernos , nosotros también, y ambos lo demostramos como de costumbre.

Confirmamos lo pasajes, solucionamos los temas de pasaporte y fuimos entrando al ferry por el portón trasero, accediendo a la bodega donde ya estaban instalador los automóviles y algún otro vehículo de mayor tamaño.

A la izquierda del portón de entrada, una portilla da acceso a la estrecha escalera , por la que subiendo dos pisos, se enlaza con los distintos salones donde están los asientos para los pasajeros.

Cada cual se acomodo donde pensaba que estaría más cómodo o en la mejor compañía, varios nos fuimos a proa, en la cámara superior, pero ya antes de que saliera de puerto, trate de buscar alguna forma de salir a alguna de las terrazas exteriores, pero todo estaba cerrado, así que opte por acercarme lo más posible a mi objetivo, ver desde cerca los movimientos que el barco realizaba en la operación de desatraque. En las miradores de popa, en la parte mas trasera, se podían observar desde lo alto, los remolinos en el agua que producían las hélices, haciéndose más verdes las aguas color turquesa, al blanquearse con la espuma que la forzada la corriente provocada. Mientras tanto los cierres de los portones producían sonidos agudos, como golpes cortos y bruscos en la "barriga" de la ballena metálica. Las grandes cadenas de arrastre chirriaban a la vez que se podía ver como todos los elementos de cierre encajaban en sus sitios respectivos.

Empezamos a movernos, casi como flotando sobre las olas, dejando atrás la imagen de la imponente mole del castillo. Saliendo del puerto cada vez a mayor velocidad. Dejamos a la derecha la isla de Las Palomas, con su redondo faro blanco y sus acantilados horadados y cubiertos por pétreas edificaciones de antiguas defensas militares. Con la emoción de un niño que va de excursión, mirando a un lado y a otro y moviéndome de popa a proa, de babor a estribor, buscando en mejor encaje de las fotografías y sobre todo, no perderme nada de nada.

Ya fuera, alejándonos de la costa, guarde la cámara en la mochila, a la vez que trate de localizar , escondida en el doble fondo, la fotografía que me serviría de contacto para localizar a la persona que más tarde me habría de ayudaría en la búsqueda que me había llevado a ese país. La toque, confirme que seguía en su sitio, y no me pude resistir a sacarla y ver otra vez la mirada firme y segura de unos ojos de mujer que llenaban un rostro cubierto en su totalidad por un paño, al estilo árabe, dejando al aire solo esa intensa mirada. La volví a guardar y continué el viaje sentándome en el mirador de proa junto a varios compañeros del grupo.

Cruzamos el Estrecho de Gibraltar en dirección al puerto de Tanger, casi en diagonal desde la Punta de Tarifa, sorteando los barcos que cruzaban del Atlántico al Mediterraneo o en sentido contrario. En algún momento parecía que íbamos realmente a chocar con alguno de ellos, pero siempre pasábamos por popa, mientras que el ferry se resentía , notándose después los vaivenes causados por las olas de la estela del barco sobrepasado. A pesar de todo, la travesía fue una autentica balsa de agua, casi sin ningún movimiento brusco, como si fuéramos en una nave aérea.

Los comentarios, y las charlas se volvieron a escuchar cuando ya nos estábamos acercando a la costa marroquí, todo el mundo mirando por popa, o al menos los que hacíamos ese viaje que primera vez, percibiéndose a todas luces la emoción. En el puerto un par de guardacostas y un helicóptero militar parecían hacer maniobras. Llegando al muelle, todos nos preparamos para salir a tierra africana.





(El vídeo es de la popa del ferry en la maniobra de desatraque en el puerto de Tarifa. Las fotografías de abajo a arriba: "Churritos calentitos" junto al mercado, el ferry saliendo del puerto, La isla de las palomas con su faro, ya fuera del puerto, el mirador de la cámara de proa, en el cruce con otro buque de carga. La fotografía central es del puerto de Tarifa, con el castillo de Guzmán el Bueno al fondo, tomada desde popa según salia el ferry).

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