miércoles, 7 de mayo de 2008

Cuento de Jacarandás


Erase una vez, un país donde cada primavera florecían las jacarandás, tantas que a nadie le llamaba la atención.


Pero un sabio príncipe estudioso de los beneficios que las plantas ejercían sobre las personas, sintió algo especial por una bella y joven doncella a la que quería enamorar, pensó que quizás las flores azules de las jacarandás, tendrían el efecto adecuado para sus propósitos. Así que se acercó a un pequeño jardín, al lateral de la coracha de la entrada trasera de palacio y sin que nadie le viera., o al menos eso pensaba él, se puso a recoger pétalos azules... llenando un pequeño talego de tela, con la ilusión de que quizás, regalándoselas a la doncella en cuestión, ella quedaría prendada y rendida a sus pies.


Pero alguien vigilaba sus pasos, tratando de averiar el propósito del príncipe, a quien quería controlar, era la bruja coruja, que tenia cara de bruja del todo y era mas fea que picio. El caso es que el príncipe no se dio cuenta y alegre salía del jardín con su talega llena de pétalos azules cuando la bruja se le acercó preguntado sobre lo que hacia recogiendo flores azules, el príncipe , que la verdad es que no tenia claro si realmente podría conseguir su propósito, simplemente le contó que un mago que había conocido le había desvelado un secreto sobre el tema, era que aquel que tomara la infusión de aquellas flores, no padecería mal alguno, es mas, incluso la belleza llegaría a su rostro y la sonrisa permanecería por siempre en su semblante.


La bruja no salia de su asombro, ¿seria verdad?.... ¿podría ser una mujer bella?.


El príncipe se marchó dejando a la bruja en el jardín de las jacarandás, riéndose para sus adentros de la broma que creía haber gastado, pero a la vez mirando de reojo para ver lo que hacia.


Al doblar el paso que conducía a la pequeña puerta de la coracha se quedó escondido mirando lo que hacia la bruja, quien se había puesto como una loca a coger flores azules, llenando los bolsillos de su faltriquera, llenando y llenando sin parar de coger y coger.


Pero algo estaba pasando en el rostro y cuerpo de aquella bruja coruja, había creído tanto y tan fuerte lo que el príncipe le había dicho, que su cara se había transformado, su cuerpo se había erguido y de repente surgió como una bella mujer con ojos alegres, vivos y sonrisa en su cara.


El príncipe asombrado por lo ocurrido no supo que pensar y marchó con su pequeña talega meditando lo ocurrido y la fuerza que tiene el decir las cosas sintiéndolas de verdad y claramente convencido de que las flores azules que llevaba, harían el efecto adecuado.




Moraleja: si de verdad lo crees y así lo cuentas pueden ser bellas hasta las brujas feas y viejas




Advertencia: Ni se te ocurra tomar flores de jacarandá, por mucho que quieras enamorar, todo
lo mas que te ocurrirá es que te entre una fuerte diarrea.


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