Diera la impresión de que por estos días, nada más entrar la primavera, todo fuera más deprisa, como si la naturaleza hubiera puesto la marcha más larga y le hubiera dado a tope al acelerador y el motor estuviera funcionando a "tropecientas mil" revoluciones.
Va tan rápido todo que cuesta trabajo darse cuenta de los cambios y más el ir a la velocidad que ellos te imponen, al menos para darte cuenta de que están ocurriendo y no perderte ese encanto de saber reconocerlo formando parte del propio vertiginoso movimiento.
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